(Caracas, 11 de noviembre de 2025).- Carmen María Rivas Álvarez es un ejemplo de pasión, dedicación y perseverancia en la ciencia. Su curiosidad por entender cómo funcionan los seres vivos comenzó en su niñez en una familia numerosa, siendo la menor de seis hermanos.
Desde pequeña, se destacó por su inquietud, formulando preguntas sobre el mundo que la rodeaba.
«Como mis hermanos eran mayores, yo siempre les preguntaba todo lo que me inquietaba de la vida, de todo lo que me rodeaba. Y desde allí surgió aquella inquietud de cómo funcionaban las cosas y cómo funcionaban los seres vivos, hasta los más pequeñitos», recuerda.
Esta curiosidad fue el punto de partida de su futura carrera y con apenas 10 años, tuvo su primer encuentro serio con la biología.
«Un día, en la escuela, cuando comenzamos a estudiar cómo estaban organizados los organismos, los órganos que nos componen, llegamos a hablar de las células y ahí me surgió la pregunta: ¿Y cómo funcionan las células por dentro?», comenta.
Fue en ese momento cuando nació la pasión por la biología, que la llevaría a estudiar los mecanismos que rigen la vida.
Tras graduarse como bióloga en el estado Mérida, se traslada a Los Teques, estado Miranda, donde ha desarrollado su carrera profesional.
Su primer empleo fue en la industria petrolera, específicamente en Pdvsa Intevep, donde trabajó durante 25 años en la Gerencia de Ambiente, especializada en biotecnología aplicada a la industria y ambiente.
En este campo, Rivas participó en el desarrollo de enzimas y procesos biotecnológicos para la biorremediación de áreas afectadas por la actividad petrolera.
«Fui partícipe de distintos desarrollos biotecnológicos, desde producción de enzimas hasta participación de estos mecanismos que hacen los microorganismos en los procesos de biorremediación y de recuperación de áreas impactadas, por supuesto, impactadas por la actividad petrolera, pero proyectados hacia su uso en las distintas industrias y el ambiente», señala.
Posteriormente, encontró una oportunidad en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), donde comenzó a trabajar en el área de micología. Desde hace tres años, su investigación se centra en los microorganismos, en particular en aquellos con aplicaciones médicas.
«Lo que más disfruto del trabajo de investigación es estar en contacto con esas criaturas microscópicas, esas que me llamaron la atención desde que era niña», afirma.
Como mujer científica y magíster en Biología Molecular, considera que su rol es especialmente gratificante. «Ser una mujer en la ciencia en Venezuela es una actividad muy gratificante, porque toda la creatividad, toda esa sensibilidad que nos caracteriza, la enfocamos hacia nuestras investigaciones y nuestros desarrollos», comenta.
También destaca el papel de su familia en su vida profesional. «Mi familia me apoya muchísimo. Soy casada y tengo un hijo de 21 años. Él no siguió mi línea de investigación, pero es una persona maravillosa, mi persona preferida». señala.
A los jóvenes interesados en seguir carreras científicas, la magíster los insta a mantener su entusiasmo y a no olvidar qué los llevó a estudiar estas carreras.
«Mi recomendación es que continúen, sigan adelante, piensen en todo lo que los motivó y todo lo que los llevó a escoger una carrera de ciencias», concluye.
Mincyt / Prensa / AE / JM




