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El impacto de la basura electrónica y la acción venezolana

El ser humano se encuentra sumergido en la era tecnológica, rodeado de dispositivos que lo conectan con el mundo, desde el teléfono móvil que lleva en el bolsillo hasta el televisor que preside en la sala de su casa o habitación. Esta importante herramienta se ha convertido en una extensión que forma parte del ser. Pero… ¿Qué ocurre con estos aparatos al desecharse? ¿A dónde van a parar realmente? La respuesta, lejos de ser simple, esconde una realidad inquietante que afecta a todas y todos.

Imagina por un momento la cantidad de dispositivos electrónicos que se desechan cada día en el mundo. Millones de teléfonos móviles, computadoras, televisores, impresoras, refrigeradores, lámparas led, entre otros; se han convertido en una montaña creciente de «basura electrónica», lo que ha generado un problema multifactorial que impacta significativamente al ambiente y la salud a nivel mundial.

Las palabras Electronic Waste o “residuos tecnológicos”, también conocido como E-Waste, es un término utilizado para referirse a los desechos o basura generados por productos electrónicos en desuso, que hayan culminado su vida útil; esto incluye una amplia variedad de dispositivos y equipos sumamente contaminantes debido a los elementos que los componen como el cobalto, galio, mercurio, cromo, cadmio, litio, entre otros.

Un estudio realizado por la Universidad de McMaster en Canadá, reveló que solo en el caso de los teléfonos móviles se utilizan el 80% de los elementos de la tabla periódica y más de la mitad de la población posee uno.

El peligro de los componentes electrónicos

La extracción de una gran cantidad de elementos químicos para la fabricación de equipos electrónicos y eléctricos tiene un impacto ambiental considerable, incluyendo la degradación de ecosistemas, contaminación del suelo, agua y emisión de gases de efecto invernadero. Hay que destacar que, la industria tecnológica se encuentra en el top diez de los máximos contaminantes a nivel mundial, debido a la responsabilidad que tiene por producir el 5.5% de las emisiones de carbono en el mundo.

Es interesante saber que sustancias como el arsénico, plomo, mercurio, cobre, entre otros; que se encuentran en el suelo, agua, cenizas, sedimentos y el aire de los grandes vertederos de chatarra, producen efectos adversos en el planeta y la salud humana. Un ejemplo de ello es la batería de níquel-cadmio, que se encuentra mayormente en los equipos electrónicos portátiles; esta puede llegar a contaminar 16.000 litros de agua y un televisor puede polucionar alrededor de 80.000 litros.

En este sentido, la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (Onudi), señala que existen dispositivos que son altamente tóxicos, incluso podrían llegar a ser cancerígenos. Estos son conocidos como Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs) que pueden dispersarse a través de grandes distancias mediante el viento o las corrientes oceánicas, resistiendo a la degradación ambiental y acumulándose en el tejido de los organismos vivos.

Hay que tener en cuenta que, la gran cantidad de elementos que albergan en el interior de los dispositivos electrónicos pueden causar diversos daños en la salud, especialmente el mercurio que produce daños al cerebro y el sistema nervioso, el plomo que potencia el deterioro intelectual debido al efecto perjudicial que tiene en el cerebro y el sistema circulatorio; y el cromo, el cual está altamente relacionado con afecciones en los huesos y los riñones.

Es realmente preocupante ahondar en el tema, ya que según el Monitor Mundial de Desechos Electrónicos 2020 (Global E-Waste Monitor) de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), en el año 2019 se generaron 53.6 millones de toneladas de desechos electrónicos en el mundo, y la cifra aumenta aproximadamente a 2.5 millones de toneladas al año, de las cuales solo un 17.4% se recicla correctamente. De continuar estas cifras, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que se podrían alcanzar los 120 millones de toneladas de chatarra para el 2050.

Para muchas personas es completamente ajeno pensar que los residuos electrónicos son un problema que se encuentra en constante crecimiento. Según un artículo publicado en el portal web “Expansión” en el año 2021, la cantidad de desechos aumentó tres veces más rápido que la población mundial y existen 347 millones de toneladas métricas de estos aparatos en todo el planeta.

Camino hacia una Latinoamérica con futuro sostenible

Alfredo Cueva, Oficial de Desarrollo Industrial de la Onudi, mencionó en el año 2015 que el tema de la “basura electrónica” ha cobrado suma importancia en los últimos tiempos, sobre todo en América Latina.

«Debido al crecimiento económico acelerado y nivel de desarrollo de la región, la cantidad de basura electrónica está creciendo incluso más rápido que en otras regiones», expresó.

Como una medida de prevención ante el vertiginoso aumento de los residuos electrónicos en el continente donde el 97% de ellos se gestionan de manera inadecuada, la Onudi propuso el proyecto ONUDI-FMAM para el “fortalecimiento de las iniciativas nacionales y mejora de la cooperación regional para el manejo ambientalmente racional de los COP en los desechos de equipos eléctricos o electrónicos (RAEE)”, implementado desde el año 2018 y culminado recientemente el pasado año 2024.

El mismo, asiste a 13 países de la región en cuanto a asesorías para la actualización de regulaciones en el área, también busca armonizar aspectos clave de las políticas de residuos electrónicos, fortalecer la cooperación regional e intercambiar conocimientos que permitan el reciclaje óptimo para el aprovechamiento de materiales reutilizados, además de capacitar y sensibilizar al personal técnico. De esta manera se protege el ambiente de los residuos peligrosos, recupera materias primas y proporciona productos restaurados alargando su vida útil.

Según el informe elaborado por el Programa de Ciclos Sostenibles (Scycle), copatrocinado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU por su sigla en inglés) y el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones (Unitar), participan países como Argentina, Bolivia, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela.

Dentro del marco del también llamado “Proyecto Residuos Electrónicos América Latina (PREAL)”, se han desarrollado diversas estrategias para fortalecer las capacidades de cada nación en cuanto a su propia necesidad en temas relacionados con el manejo ambientalmente racional de los RAEE, incluyendo la recolección, tratamiento, reciclaje y la gestión de contaminantes peligrosos.

Un componente clave de este proyecto ha sido la capacitación y formación de casi 15 mil personas en Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Panamá y Venezuela, así como también se han enviado 230 toneladas métricas de equipos como computadoras, celulares y electrodomésticos para su gestión ambientalmente racional. Es importante considerar que a pesar de los altos índices de desechos que se generan en América Latina y el Caribe, existen países con instalaciones para el tratamiento de residuos electrónicos especializados para algunas categorías y/o determinados productos.

Venezuela cuenta con instalaciones que realizan actividades relacionadas con el tratamiento de RAEE donde se puede destacar la conformación de los comités (nacional y científico) de RAEE y el fortalecimiento de las mesas técnicas de aseo, esto como resultado del trabajo conjunto entre el Estado venezolano, organizaciones no gubernamentales, sector privado e instituciones educativas que buscan establecer un marco para la gestión adecuada de estos residuos.

Cayapa Heroica: Reutilización y resiliencia tecnológica en Venezuela

Una de ellas es el plan nacional Cayapa Heroica, como iniciativa de la Fundación Centro Nacional de Desarrollo e Investigación en Telecomunicaciones (Cendit), impulsada por el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt). Si bien su objetivo principal se centra en la recuperación y reparación de equipos médicos, tecnológicos y de telecomunicaciones, esenciales para el funcionamiento de instituciones públicas, educativas y hospitalarias, su labor contribuye significativamente a la reutilización de equipos electrónicos y eléctricos.

Al reparar y poner nuevamente en funcionamiento más de 6 mil dispositivos hasta la fecha, que de otra forma podrían convertirse en residuos, la Cayapa Heroica no solo optimiza recursos y fortalece la independencia tecnológica del país, sino que también promueve una cultura de reutilización y extiende la vida útil de los equipos, mitigando así la generación de RAEE y fomentando prácticas más sostenibles.

En este sentido, Jarson Manjarrés, jefe de la Unidad de Sistemas Inalámbricos de la Fundación Cendit mencionó que, en el proceso de reparación de estos equipos electrónicos y eléctricos, se pueden reutilizar componentes de algunos que estén dañados para reparar otros.

“En el caso de la Fundación, ofrecemos apoyo a otras instituciones hermanas en la revisión, mantenimiento correctivo y preventivo, y reparación de distintos equipos; un ejemplo de ellos son las fuentes conmutadas que se usan para alimentar de energía el servidor de las radio bases, para que estas puedan transmitir en óptimas condiciones las señales móviles o de Internet. Desde el 2021 hasta la fecha tenemos un aproximado de 400 equipos de este tipo que se han recuperado satisfactoriamente”, señaló.

De la misma manera, el país cuenta con un conjunto de instrumentos legales y normativas que tienen como finalidad regular los desechos peligrosos, una de ellas es la recién publicada Resolución N.º 022, establecida el pasado 30 de abril del 2024. Esta normativa representa un avance significativo para Venezuela, específicamente en el tema de la gestión de los Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE).

Este tipo de reglamento se dispone a fin de reducir la generación de RAEE, promoviendo prácticas de consumo responsable y la extensión de la vida útil de los aparatos electrónicos. Acompañada del ordenamiento jurídico de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Ley Orgánica del Ambiente, Ley Penal del Ambiente y la Ley de Gestión Integral de la Basura. En este sentido, el Estado venezolano busca asegurar el aprovechamiento, valoración y disposición final adecuada de estos residuos, fomentando la recuperación de materiales valorizables y minimizando los impactos ambientales negativos.

La gestión responsable de los residuos electrónicos es una tarea urgente y necesaria. El futuro del planeta y la salud de las personas dependen de ello. Es un desafío global que exige la atención y la acción coordinada de todos. Concienciar sobre el impacto ambiental y en la salud de estos desechos, promover prácticas de consumo responsable, apoyar iniciativas de reutilización y reciclaje, e impulsar el desarrollo de marcos legales sólidos son pasos fundamentales para construir un futuro más sostenible y proteger nuestro planeta para las generaciones futuras.

Prensa Cendit/ Isabel Hernández

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