Por Gabriela Jiménez Ramírez
Desde 2023 y 2024 se ha afianzado un término en el argot de las redes sociales: Podredumbre cerebral.
Esto no es más que el «deterioro del estado mental o intelectual de una persona como resultado del consumo excesivo de material (particularmente contenido en línea) considerado trivial o poco desafiante».
La definición la dio el diccionario de Oxford, escogida como palabra del año 2024.
La «Podredumbre cerebral» se entiende como el abuso de contenido basura en internet puede hacerle a la mente, aborda los efectos negativos del consumo excesivo de contenido de baja calidad en internet.
Lo que quizá comenzó como una expresión cotidiana terminó alertando sobre su asociación con una reducción de la materia gris en el cerebro, una disminución de la capacidad de atención, un debilitamiento de la memoria y una distorsión de los procesos cognitivos fundamentales.
La podredumbre cerebral es más que un término de moda o de tal o cual generación. En los últimos, años la ciencia ha demostrado que el consumo excesivo de contenido en internet, de esos que no tienen fundamentos, son vacíos, sensacionalistas e incluso conspirativos, provocan cambios estructurales en el cerebro, afectando el comportamiento.
El investigador de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Macquarie (Australia), Michoel Moshel, explica que la tendencia de buscar o consumir noticias negativas, que también tiene su término «doomscrolling», las personas pueden quedar atrapadas en un ciclo durante horas.
«Esto puede afectar gravemente la atención y las funciones ejecutivas al saturar nuestro enfoque y alterar la forma en que percibimos y reaccionamos ante el mundo», refiere el investigador.
El problema radica en que los usuarios de redes sociales suelen estar expuestos a estímulos muy cambiantes y provenientes de diversas plataformas: Instagram, WhatsApp, noticias y con potencial adictivo, afectando su propia capacidad.
Desde comienzos del siglo XX, expertos han alertado sobre estas afectaciones. Cuando surgió el correo electrónico, estudios, científicos, advertían que era una amenaza para el coeficiente intelectual.
Luego de decenas de ensayos clínicos, se estableció que el coeficiente intelectual de los participantes que utilizaban el correo y el teléfono móvil a diario caía una media de 10 puntos.
El panorama cambió con la irrupción de Twitter, Instagram, Facebook, TikTok. Ahora, la alerta está asociada con la disminución de la materia gris en las regiones prefrontales del cerebro, esa que regula las emociones, memoria, impulsos e interviene en la resolución de conflictos.
La investigación de Moshel también halló que los cambios, en personas jóvenes «coinciden con la interrupción de procesos como la formación de identidad y la cognición social, aspectos críticos durante esta etapa del desarrollo».
Un estudio publicado en la revista Nature, las personas que no tienen una buena salud mental son más propensas a consumir contenidos de baja calidad, lo que a su vez empeora sus síntomas. En este sentido, cuanto el usuario más tiempo pase frente a la pantalla, más difícil resulta reconocer y limitar el problema.
Para evitar ser absorbido de manera adictiva por las redes sociales, expertos recomiendan mantener hábitos saludables:
- Limitar el tiempo en redes sociales: Si bien las plataformas digitales están diseñadas para captar la atención, también se puede establecer límites en el tiempo que se pasa en las redes, incluso con aplicaciones, con el fin de evitar la ansiedad, la depresión, subir el rendimiento escolar y laboral.
- Practicar la atención plena: Consiste en estar completamente presente y consciente de los pensamientos y emociones, sin juzgarlos. Esto puede ayudar a reentrenar el cerebro para mayor concentración, reducir el estrés y mejorar funciones cognitivas como la memoria y la atención.
Considerando la importancia en la salud mental de la juventud, es indispensable concientizar sobre los hábitos saludables, promover de lectura, actividades al aire libre y deporte, el encuentro real y presencial con personas, limitando el tiempo de exposición a las RRSS.
