Por Gabriela Jiménez Ramírez:
(Caracas, 10 de noviembre de 2025). – La soberanía alimentaria es la epifanía más hermosa de nuestra independencia. La epifanía se produce cuando entendemos que cultivar alimentos no solo sostiene la economía: reproduce la cultura y la espiritualidad de los pueblos.
El reconocimiento que otorgó el Consejo Ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) al Centro de Biotecnología para la Producción de Semillas Agámicas (Cebisa), ubicado en el páramo de Mucuchíes, en los Andes venezolanos, representa una evidencia tangible del alcance del esfuerzo sostenido de la sabiduría del campo entretejida con la investigación en nuestros laboratorios. Actualmente, el Cebisa impacta directamente a 5.300 familias campesinas, demostrando un profundo alcance económico y social.
El método de Cebisa es una respuesta, creativa y comprometida, de la ciencia hecha en Venezuela en tiempos de amenazas imperiales, que se traducen en acoso financiero, persecución comercial e incluso guerra cognitiva de quinta generación.
En este siglo convulso, de locura hegemónica, cuando el sistema global capitalista quiere vaciar los territorios rurales —para la extracción de materias primas, bien sea por la agroindustria, bien sea por la minería, bien sea por el acceso al agua— y publicita las ciudades modernas como el horizonte a seguir, la labor de este centro de investigación constituye una manifestación de una política para la vida, que resignifica el estar en el campo e invita a revisar el tema de la semilla y la siembra de alimentos como una responsabilidad comunitaria. Cebisa es la síntesis de un método que despliega prácticas investigativas para crear comunidad alrededor de la semilla, desde una experiencia vital opuesta a la lógica de la ciencia moderna/colonial y a los mandatos del capital.
Efectivamente, Cebisa es mucho más que un centro biotecnológico para la producción de semillas agámicas. Con el transcurrir de los años, se ha convertido en un ejemplo de una «ciencia abierta», crítica, por su innovadora aproximación desde la gestión comunitaria del conocimiento científico como estrategia para la producción y el intercambio de saberes, y desde prácticas de diálogo y conversación con la madre tierra.
Con prácticas innovadoras, agroecológicas, formativas y diálogos civilizatorios, este referente de organización comunal y científica nacional se posiciona a nivel mundial. Este posicionamiento se materializa en su aprobación por la UNESCO como Centro de Categoría II, único en su especialidad técnica. Un centro de esta categoría es una institución reconocida por la UNESCO como un pilar de excelencia y cooperación internacional en su campo, que, aunque no forma parte legal de la organización, contribuye directamente a sus objetivos estratégicos.
Es decir: la UNESCO ve en el Cebisa no solo un centro de referencia para nuestro país; va más allá: está reconociendo un modo de generar conocimientos, soberanía e independencia, que debe ser proyectado en la región, y estar al servicio de la humanidad: una muestra de nuestro compromiso con la ciencia para la vida.
Mincyt/Prensa/Fotos: Archivo






