Por: Gloria Carvalho Kassar
(Caracas, 24 de abril de 2025).- En el marco del primer aniversario de la Gran Misión Ciencia, Tecnología e Innovación, Dr. Humberto Fernández-Morán, el presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros pronunció unas palabras que reviven el fervor patrio de nuestros héroes de la independencia, aunque la historia ha sido cercenada intencionadamente, dedicaré las próximas líneas a ofrecer un comparativo histórico de este discurso, desde el Generalísimo Francisco de Miranda hasta nuestros días, demostrando “los genes del éxito” de los que hablaba Humberto Fernández-Morán y que los ideales viven, nacen y renacen a través de los siglos en estas tierras tal y como profesan los masones[1].
“Nunca jamás volveremos a ser esclavos de nada ni de nadie… El siglo 21 se define por el conocimiento, por la ciencia, por la capacidad tecnológica, si alguien tiene duda, que no creo que debe dudar nadie, vea lo que está pasando hoy… Es un año de crear mucha conciencia a todo un país de la importancia de la ciencia soberana, de no depender de nada ni de nadie, ni hoy ni nunca, la independencia del siglo XXI lo he dicho y lo reitero, un millón de veces, es independencia del conocimiento, de la cultura, de la identidad y de la capacidad de los países de tener soluciones propias. ”[2]
El 14 de febrero de 1790, 235 años antes de las palabras del presidente Maduro, tres grandes hombres de ciencia, dos de ellos venezolanos: Francisco de Miranda y José Del Pozo y Sucre, suscribieron en Inglaterra el documento precursor de la independencia, resaltando el veto a la cultura y la ciencia que mantenían los tribunales de la inquisición en las colonias a fin de mantener su dominación:
“La América española desea que la Inglaterra le ayude a sacudir la opresión infame en que la España la tiene constituida; negando a sus naturales de todas las clases el que puedan obtener empleos militares, civiles o eclesiásticos de alguna consideración, y confiriéndoles sólo a españoles europeos de baja esfera por lo general, que vienen allí únicamente para enriquecerse, ultrajar, y oprimir los infelices habitantes, con una rapacidad increíble, prohibiendo aun a la nobleza americana, el que pase a España ni a ningún otro país extranjero, sin licencia particular del Rey, que rarísima vez se concede; verificándose así el tenerlos aprisionados sin causa ni motivo alguno, y lo que es más aún, oprimir también en entendimiento, con el infame tribunal de la Inquisición, que prohíbe cuantos libros o publicación útil parezca, capaz de ilustrar el entendimiento humano, que así procuran degradar, haciéndole supersticioso, humilde y despreciable, por crasa ignorancia”.[3]
Alejar a las colonias del entendimiento, de la cultura y sobre todo de la industrialización era vital para España con el fin de mantener su hegemonía y sobre todo el vil comercio de esclavos, así lo haría notar Alejandro Humboldt, destacado científico prusiano que llegó a Cumaná en 1799 en compañía de Amado Bonpland científico francés, hicieron un recorrido de cuatro años por el continente que dejarían reseñado en una obra de miles de páginas publicada por tomos con el nombre de “Viaje a las regiones equinocciales”.
“… la idea de la colonia es en sí una idea inmoral, es la idea de un país obligado a tributar a otro, de un país en el que no se debe alcanzar sino un determinado grado de prosperidad, en el que la industria y la ilustración no se deben difundir sino hasta un cierto punto. Pues más allá de estos límites … la madre patria ganaría menos, más allá de esta mediocridad la colonia demasiado fuerte, demasiado en condición de sostenerse a sí misma se independizaría. Todo gobierno colonial es un gobierno de desconfianza.” [4]
Aunque parezca inverosímil el uso del término “industrialización”, Humboldt en sendos documentos estadísticos denominados “Análisis Político de la Nueva España” y “Análisis Político de Cuba”, había demostrado como vetar la industrialización de la época como: calderas eficientes, moliendas, análisis químicos y tecnificación de procesos entre otros era indispensable para justificar el salvaje e inhumano tráfico de personas, de ese modo se creaba la necesidad de importar más y más esclavos aumentando las ganancias de venta humana. Humboldt no solo cuantifica en dinero las ganancias producto de ese negocio inmoral, sino también describe abiertamente los tratos salvajes a los que eran sometidos.
“En ninguna parte debe un europeo tener más vergüenza de serlo que en las islas, ya sean las francesas, las inglesas, las danesas o las españolas. Discutir sobre qué nación trata a los negros con más humanidad es burlarse de la palabra humanidad y preguntarse si es más agradable ser destripado o despellejado.”[5]
“Algún día no se querrá creer que antes de 1826 no había en ninguna de las Antillas mayores una ley que impidiese el vender los niños de corta edad y separarlos de sus padres, ni que prohibiese el método degradante de marcar los negros con un hierro caliente para reconocer más fácilmente el ganado humano”[6]
Después de tan solo tres párrafos de Humboldt es sencillo comprender la admiración mutua con el Libertador Simón Bolívar, ambos hombres no escatimarían en dejar memoria escrita de dicho afecto, Humboldt advertía al mundo:
“Cambios saludables se alistan en la situación de los esclavos. Según las leyes que gobiernan los nuevos Estados independientes, la esclavitud se extinguirá poco a poco: es la república de Colombia la que ha dado un ejemplo de manumisión progresiva. Esta medida a la vez humana y prudente se debe al altruismo del General Bolívar cuyo nombre resplandece no menos por sus virtudes ciudadanas y su moderación en el éxito que por el brillo de su gloria militar.”[7]
Es que el segundo viaje de Humboldt y Bonpland a América pasadas dos décadas de la primera expedición no era casual, el Libertador buscaba ilustrar su patria con las luces, cuya escasez había facilitado nuestra dominación: “nos han dominado más por la ignorancia que por la fuerza”, “moral y luces son nuestras primeras necesidades” son quizás los recuerdos mas universalizados que tenemos del pensamiento del libertador sin ahondar en qué significaban. Bolívar quería el mismo progreso científico para la Gran Colombia, que Nicolás Maduro impulsa para la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC. Un desafortunado incidente con Amado Bonpland haría que el Libertador redactara una carta al gobernante de Paraguay que no deja duda de este hilo conductor: Ciencia e Independencia son un solo concepto.
“Al Excmo. Señor Gaspar Rodríguez de Francia,
Excmo. señor:
Desde los primeros años de mi juventud tuve la honra de cultivar la amistad del señor Bonpland y del barón de Humboldt, cuyo saber ha hecho más bien a la América que todos los conquistadores.
Yo me encuentro ahora con el sentimiento de saber que mi adorado amigo, el señor Bonpland, está retenido en Paraguay por causas que ignoro. Sospecho que algunos falsos informes hayan podido calumniar a este virtuoso sabio y que el gobierno que V.E. preside se haya dejado sorprender con respecto a este caballero. Dos circunstancias me impelen a rogar a V.E. encarecidamente la libertad del señor Bonpland. La primera es que yo soy la causa de su venida a América, porque yo fui quien le invité a que se trasladase a Colombia, y ya decidido a ejecutar su viaje, las circunstancias de la guerra lo dirigieron imperiosamente hacia Buenos Aires; la segunda es que este sabio puede ilustrar mi patria con sus luces, luego que Vd. tenga la bondad de dejarle venir a Colombia, cuyo gobierno presido por la voluntad del pueblo.
Sin duda V.E. no conocerá mi nombre ni mis servicios a la causa americana, pero si me fuese permitido interponer todo lo que valgo por la libertad del señor Bonpland, me atrevería a dirigir a V.E. este ruego. ¡Dígnese V.E. oír el clamor de cuatro millones de americanos libertados por el ejército de mi mando, que todos conmigo imploran la clemencia de V.E. en obsequio de la humanidad, de la sabiduría y la justicia, en obsequio del señor Bonpland.
El señor Bonpland puede jurar a V.E. antes de salir del territorio de su mando que abandonará las provincias del Río de la Plata, para que de ningún modo le sea posible causar perjuicio a la provincia del Paraguay, que yo, mientras tanto, le espero con el ansia de un amigo y con el respeto de un discípulo, pues sería capaz de marchar hasta el Paraguay sólo para libertar al mejor de los hombres y al más célebre de los viajeros.
Excmo. señor: yo espero que V.E. no dejará sin efecto mi ardiente ruego, y también espero que V.E. me cuente en el número de sus más fieles y agradecidos amigos siempre que el inocente que amo no sea víctima de la injusticia.
Tengo el honor de ser de V.E. atento obediente servidor.
BOLÍVAR”[8]
Esta llama se aviva con Juan Manuel Cagigal destacado matemático venezolano, nacido en 1803, nieto del protector de Francisco de Miranda, brillaba para aquella época como científico prominente, en 1828 le ofrecen ser director de la Universidad de Alcalá de Hernáes, a lo cual respondió «No puedo, señores, abandonar a mi patria donde me necesitan más que en otra parte … El prefería ante todo suministrar sus conocimientos a la juventud estudiosa de su patria que a las prebendas o sinecuras que le ofrecían los rectores de las universidades de Francia y España«.[9] Ya en Venezuela, Juan Manuel Cagigal le escribe una carta al libertador poniéndose a la orden para crear la escuela de ingeniería militar en el país, su propuesta se materializaría más adelante con la fundación de la Academia de Matemáticas de Venezuela en 1831, durante su discurso inaugural Cagigal deja clara la importancia de la industrialización y las matemáticas:
“… cuando la industria de un país está en la infancia, mayores son los auxilios que puede recibir de la geometría y mecánica, para acelerar sus progresos, y entrar en la lid y marchar a la par de los países más industriosos”[10]
Son muchos más los hombres y mujeres de ciencia e independencia que mantendrían este fervor patrio, es ahora más sencillo comprender por qué el Dr. Humberto Fernández-Morán diría en 1959 ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO “El acceso libre al conocimiento es la máxima expresión de libertad”, conocía bien la historia y sabía cómo todos sus ancestros defendieron con la vida el acceso a las luces sin discriminación alguna. La República Bolivariana de Venezuela se honra hoy del ejército libertario de más de 60.000 hombres y mujeres de ciencia y los más de 400.000 niños y niñas que crecen con la llama de ciencia e independencia que nos heredaron los libertadores.
[1] C.W. Leadbeater, La Masonería, la vida oculta 1985.
[2] Discurso del presidente Nicolás Maduro el 23 de abril de 2025 a las 6:46pm en el marco del aniversario 1 de la gran Misión Ciencia Tecnología e Innovación Doctor Humberto Fernández-Morán.
[3] Propuesta fundamental a William Pitt, en consecuencia, de la conferencia tenida en Hollwood, libro Documentos Fundamentales de Miranda, editorial el perro y la rana página 99.
[4] Diarios de viaje de Alejandro Humboldt, 1803, Guayaquil, apartado “Colonias”
[5] Diarios de viaje de Alejandro Humboldt, 1803, Guayaquil, apartado “Colonias”
[6] Análisis político sobre la isla de Cuba, 1826
[7] Análisis político sobre la isla de Cuba, 1826
[8] Correspondencia del Libertador, documento 8069, 22 de octubre de 1823, Carta a Gaspar Rodríguez de Francia
[9] Forzán Dagger, S. T. (1964). El sabio Juán Manuel Cajigal. Boletín Cultural Y Bibliográfico, 7 (04), 546–559.
[10] Forzán Dagger, S. T. (1964). El sabio Juan Manuel Cajigal. Boletín Cultural Y Bibliográfico, 7 (04), 546–559.