Por: Gabriela Jiménez Ramírez
(Caracas, 14 de julio de 2025).- La comunidad científica advierte sobre una grave amenaza en expansión: la proliferación global de bacterias resistentes a los antibióticos, impulsada por actividades humanas y cambios en el entorno climático.
Este fenómeno se encuentra estrechamente relacionado con el resistoma, un conjunto de genes que otorgan a los microorganismos la capacidad de evadir los efectos de los medicamentos antimicrobianos.
Un estudio divulgado por la revista SINC reveló la presencia de estos genes en excrementos de aves migratorias, superficies glaciares en retroceso y sedimentos del océano austral, evidenciando la amplitud y gravedad del problema.
Marta Sánchez, investigadora española en la Estación Biológica de Doñana, atribuye la alarmante situación al uso indebido y excesivo de antibióticos, así como a una inadecuada gestión de residuos.
El papel de las aves migratorias en este escenario resulta particularmente relevante. En España, por ejemplo, el Parque Nacional de Doñana, alberga miles de aves como las gaviotas patiamarillas o las cigüeñas blancas y estas se mueven entre hábitats protegidos y áreas urbanas contaminadas.
Estas especies pueden transportar restos plásticos, además de muchas bacterias resistentes a antimicrobianos, que son utilizados hoy en día en la medicina.
En su estudio publicado en Science of The Total Environment, Sánchez explora cómo estas aves pueden ayudar a mitigar los riesgos derivados del mal uso de medicamentos y mejorar la gestión de residuos.
Su equipo analizó heces de aves acuáticas para evaluar su rol como vectores biológicos de genes resistentes, hallando pruebas preocupantes en gaviotas sombrías portadoras de resistencia a carbapenémicos y colistina, considerados tratamientos de última línea frente a infecciones multirresistentes.
Otro enfoque sobre este problema fue abordado en una publicación de Environmental Pollution como parte del proyecto DARABI, una iniciativa catalana que encontró altos niveles de genes de resistencia (ARG) en gaviotas frecuentadoras de vertederos.
Los científicos enfatizan que el estudio de estas aves es esencial para comprender el impacto humano sobre la nueva realidad climática y abordar desafíos relacionados con la salud pública. Asimismo, regiones remotas como la Antártida tampoco son ajenas a este fenómeno.
Allí se han detectado genes de resistencia en excrementos de pingüinos y altos niveles de resistomas en zonas cercanas a bases científicas y hábitats silvestres del océano austral
Estos hallazgos subrayan que ni siquiera los ecosistemas protegidos están exentos de esta crisis global. Además, no todas las bacterias resistentes son un fenómeno reciente. Los llamados «resistomas fósiles», que son genes ancestrales atrapados en glaciares, están siendo liberados debido al deshielo derivado a la crisis climática.
Ante este desafío, los expertos destacan la importancia del enfoque Una Salud, que contempla la interconexión entre salud humana, animal y ambiental, para frenar la propagación de genes de resistencia actuales y prepararse para futuros escenarios agravados por factores ambientales.
La resistencia antimicrobiana, descrita como una amenaza global silenciosa por parte de la OMS, trasciende fronteras y pone de manifiesto la urgente necesidad de soluciones conjuntas y coordinadas a escala mundial.
Mincyt / Prensa