En los últimos años se ha demostrado que la microbiota intestinal y el ejercicio están interconectados, de este modo, las actividades físicas pueden modificar los efectos negativos de una microbiota alterada y esos cambios tienen influencia potencial sobre la salud.
La ministra para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, explicó que el papel bidireccional de la microbiota intestinal y del sistema nervioso central, «es el denominado eje intestino-cerebro».
«Se conoce que la comunicación se produce a través de tres vías: el nervio vago, la vía sistémica (mediante la liberación de hormonas, metabolitos y neurotransmisores) y el sistema inmune (por la acción de las citocinas)», sostuvo a través de su cuenta en X.
La ministra, quien realizó el comentario basado en un artículo de la revista Nature, recordó que el conjunto de microorganismos es un marcador de salud y de nuestros hábitos.
El artículo científico destaca que los ejercicios impactan en la manifestación y progresión de trastornos psiquiátricos y neurodegenerativos como la depresión y la enfermedad de Alzheimer, mediada por cambios en la neuroplasticidad hipocampal.
Los beneficios de las distintas actividades físicas pueden deberse a su promoción de la neurogénesis hipocampal (generación de nuevas neuronas) adulta. Sin embargo, refiere la nota, se sigue explorando cómo el ejercicio puede contrarrestar estos efectos.
¡Microbiota de nuestras vidas!
— Gabriela Jiménez (@Gabrielasjr) July 13, 2024
En los últimos años se ha puesto de relieve el papel bidireccional de la microbiota del tracto digestivo y del sistema nervioso central, es el denominado eje intestino-cerebro. En lo que a este eje se refiere, se conoce que la comunicación se… pic.twitter.com/HU7KZdPb7a
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