La Inteligencia Artificial (IA) se ha convertido en una herramienta significativa que aporta diversos beneficios al desarrollo social y científico. Sin embargo, mucho se ha cuestionado sobre la dimensión afectivo-analógica que esta puede aportar.
La ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, compartió en su cuenta en la red social X, un estudio realizado por el filósofo surcoreano Byung Chul Han, donde expone las diferencias de la IA y el pensamiento.
En el artículo publicado en la revista digital BlogHemia, el especialista explica que la IA “no puede pensar porque le falta la dimensión afectivo-analógica, y la emoción, que los datos y la información no pueden comportar”.
Señala que esta herramienta aprende del pasado, pero no se atreve a saltar a lo no transitado. Detalla que el pensamiento engendra un mundo y es capaz de cambiar la realidad, algo que “la inteligencia de las máquinas no alcanza esa profundidad”, ya que la información y los datos no se lo permiten.
“La inteligencia artificial aprende del pasado. El futuro que calcula no es un futuro en el sentido propio de la palabra. Aquella es ciega para los acontecimientos. Pero el pensamiento tiene un carácter de acontecimiento. Pone algo distinto por completo en el mundo. La inteligencia artificial carece de la negatividad de la ruptura, que hace que lo verdaderamente nuevo irrumpa. Todo sigue igual. «Inteligencia» significa elegir entre (inter-legere). La inteligencia artificial solo elige entre opciones dadas de antemano, últimamente entre el uno y el cero. No sale de lo antes dado hacia lo intransitado”, refiere el artículo.
Indica que el pensamiento es un proceso “resueltamente analógico”, que parte de una totalidad que precede a los conceptos, las ideas y la información.
Comenta que el pensamiento humano se caracteriza por la disposición anímica básica que es un estado psicológico en el cual el individuo manifiesta las vivencias afectivas y emocionales que está viviendo.
“Si la disposición anímica fundamental está ausente, todo es un estrépito forzado de conceptos y palabras vacías. La totalidad afectiva que se da en esa disposición anímica es la dimensión analógica del pensamiento, que la inteligencia artificial no puede reproducir”, señala.
El filósofo surcoreano hace referencia a que el pensamiento se caracteriza por un idiotismo, “La historia de la filosofía es una historia de idiotismos, de saltos idiotas”, que pretende alcanzar unas evidencias a las que llegaría por sí mismo.
Sin embargo, aclara que el “idiota moderno” no pretende llegar a ninguna evidencia, sino quiere lo absurdo, una imagen muy diferente al pensamiento.
Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Ghiccelle Chacín.
