Gabriela Jiménez Ramírez
(Caracas, 9 de junio de 2025).- Los impactos en la salud mental de los jóvenes dejados por la pandemia del Covid-19 persisten, a pesar de que la enfermedad está controlada, igualmente existen factores adicionales que afectan la estabilidad mental de la juventud. Así lo reveló un reciente informe realizado por Sapien Labs, titulado Estado Mental del Mundo 2025.
Este informe está basado en más de un millón de respuestas, obtenidas entre el 2023 y 2024, de 82 países y para recopilar dicha información se utiliza la evaluación MHQ (Cociente de salud mental) una exhaustiva encuesta en línea sobre la función mental que brinda una métrica general (la puntuación MHQ) relacionada con la capacidad para afrontar las tensiones normales de la vida y funcionar de forma productiva.
En MHQ capta 47 aspectos de la función mental, incluidos aspectos emocionales, cognitivos y sociales, junto con datos demográficos, factores de estilo de vida, dinámicas de amistad y familiares, traumas y adversidades.
Esta investigación reveló que los jóvenes menores de 35 años son los más afectados, mientras que los adultos mayores de 65 años han mantenido una salud mental relativamente estable.
Curiosamente, algunos países de América Latina y África presentan mejores indicadores de bienestar mental en comparación con naciones más «desarrolladas», lo que sugiere que el desarrollo económico no garantiza una mejor salud mental.
Por ejemplo, se obtuvieron mejores resultados en jóvenes de países de África Subsahariana, en comparación con países como Finlandia, cuyas puntuaciones en el MHQ se sitúan en el extremo superior para los adultos mayores.
«En 2025 nos encontramos en una coyuntura histórica extraordinaria en la que cada generación más joven del mundo moderno tiene una peor salud de la mente que la de la generación anterior, lo que se traduce en una disminución progresiva de la capacidad para afrontar los retos de la vida y funcionar de forma productiva», revela el informe publicado en la página web de Sapien Labs.
Para los investigadores, estos resultados muestran que la mayoría de los países, entre ellos los más desarrollados, «sufren una media de cinco o más síntomas de nivel clínico de angustia mental que merman significativamente en su capacidad para desenvolverse en la vida y funcionar de forma productiva».
Entre los factores claves que contribuyen a esta crisis se encuentra el acceso temprano a teléfonos inteligentes, que se relaciona con un aumento de la ansiedad y la depresión; el consumo de dietas ricas en alimentos ultraprocesados, que afecta negativamente la salud mental; y la disminución de las relaciones sociales, que limita la capacidad de los jóvenes para enfrentar desafíos.
Un hallazgo importante es la creciente dificultad de las generaciones jóvenes para gestionar sus emociones, lo que se traduce en irritabilidad y problemas de autoestima, agravados por la falta de interacción cara a cara debido al uso excesivo de tecnología.
Además de las consecuencias individuales, el informe advierte sobre el impacto social de esta crisis, ya que la incapacidad de conectar y cooperar puede debilitar la cohesión social.
A pesar del aumento en la inversión en investigación y atención en salud mental en países occidentales, como Estados Unidos, el informe señala que este enfoque ha sido insuficiente, puesto que no aborda las causas subyacentes del problema.
Por esta razón, en el informe se sugiere limitar el uso de dispositivos electrónicos y trabajar para fortalecer los lazos familiares y comunitarios, para así poder revertir esta tendencia.
Es importante fomentar la vida en comunidad, la fraternidad, el contacto afectuoso y amoroso entre familiares y amigos. Estimular el buen trato, la solidaridad, la empatía, partiendo de la importancia del encuentro social para acompañar los proyectos de vida de los jóvenes. De esta manera, podemos fortalecer las relaciones interpersonales, lejos de la influencia de las pantallas y el mundo virtual.
Mincyt / Prensa