Por: Gabriela Jiménez Ramírez
(Caracas, 12 de agosto de 2025). – Con la llegada de la inteligencia artificial el debate se ha centrado en cómo esta herramienta tecnológica impacta en nuestros niños, niñas y jóvenes, especialmente en su formación académica y la capacidad del pensamiento crítico.
Lejos de ser el origen del problema, la inteligencia artificial ha puesto en evidencia las limitaciones de un modelo educativo anclado en el pasado. La plataforma Ingeni.academia, destaca que la IA no ha venido a desplazar al sistema educativo, sino a dejar al descubierto su falta de adaptación a la nueva realidad.
Esta resistencia al cambio no es reciente, pero se ha hecho más visible con la aceleración tecnológica de los últimos años.
Para desmontar los mitos con respecto a la IA y al sistema educativo, se cita a Andreas Schleicher, director de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y coordinador del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), quien enfatizó en varias oportunidades que «los sistemas educativos se mueven más despacio que el mundo que los rodea».
Este enfoque distinto no se logra con prohibiciones o con miedo a la IA, sino con una transformación estructural que coloque el pensamiento crítico, la creatividad y la capacidad de resolver problemas en el centro del proceso educativo.
La IA no debilita el pensamiento crítico en los jóvenes exclusivamente. Estudios de la OCDE mostraban antes del auge de la inteligencia generativa, un preocupante declive en las habilidades lectoras, matemáticas y científicas de los estudiantes en múltiples países.
La pérdida de pensamiento crítico no es solo efecto de la IA, sino del estancamiento de un sistema que prioriza la memorización sobre el análisis.
Ante este hecho, se cita a Sal Khan, fundador de Khan Academy, quien afirmó que «la inteligencia artificial puede ser un tutor poderoso, pero no reemplaza la necesidad de que los estudiantes piensen por sí mismos».
En sus propias palabras, la tecnología «amplifica la intención humana», por lo que es necesario siempre trabajar para que tengan un impacto positivo pero es necesario que haya buenas personas trabajando en cosas con buenas intenciones de superación personal, aprendizaje y motivación.
Ante estos escenarios, se hace realidad aquella frase de Klaus Shcwab, fundador del Foro Económico Mundial quien decía que el sistema educativo, actual, «fue creado para la edad industrial, no para el mundo digital» por lo que insta a transformar un modelo, que está basado en la memorización de contenidos y repetición de información, por el incentivar a las nuevas generaciones a desarrollar habilidades acordes a la era tecnológica.
La IA no debería ser vista como una amenaza que hay que contener, sino como una herramienta que puede potenciar el aprendizaje si se integra con visión pedagógica y ética. Pero para ello, es urgente abandonar el miedo y abrazar el desafío de transformar la educación.
La tecnología puede cambiar la forma en que enseñamos, pero solo los seres humanos pueden cambiar el propósito con el que educamos.