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Alianza Científico-Campesina: producción, ciencia y trabajo para la preservación de la semilla venezolana

La Alianza Científico – Campesina es una política del Gobierno Nacional y el Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología (Mincyt), que ha generado espacios productivos en 20 estados del país para la investigación y el desarrollo de la soberanía alimentaria.

A través de esta iniciativa, basada en el intercambio de saberes científicos y ancestrales, Venezuela promueve la producción sana y sustentable, con el uso de herramientas tecnológicas que tributan a la preservación de la biodiversidad y mantienen una mejor calidad de vida.

Además, con la alianza se producen semillas biotecnológicas como la de ajo, papa, maíz, café, fresa, batata, ñame, ají y semilla de papa por sistemas aeropónicos.

El desarrollo de esta política fue abordado durante el noveno episodio de “Con Ciencia + Vida, el Podcast”, un espacio comunicacional, dedicado al debate de distintos temas científicos de interés nacional e internacional.

En este sentido, la ministra del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez Ramírez, señaló que la Alianza Científico- Campesina fue una iniciativa del comandante Hugo Chávez, que en el año 2011 “convoca y orienta al Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología para el escalamiento tecnológico de las redes socialistas de innovación productiva, que eran organizaciones de base, de movimientos sociales, con algunos elementos técnicos que estaban abocados a las cadenas productivas del país”.

Detalló que, en ese momento, el comandante Chávez designó a la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt), para acompañar a la Red Socialista de Innovación Productiva y a los Productores Integrales del Páramo, en esta tarea.

Asimismo, mencionó que se trata de un encuentro entre los saberes ancestrales y técnicos que convergen para dar paso a una ciencia para la vida.

“La Alianza Científico-Campesina es la organización social para la producción donde la familia custodia su semilla, como parte del patrimonio. Ese patrimonio social es cultural, es gastronómico, e inclusive, elemento para la seguridad y defensa del país, para la salud de nuestro pueblo”, expresó.

La ministra aseguró que esta política demuestra que es posible hacer ciencia desde cualquier espacio del país, “siempre y cuando tengas los elementos apropiados para el abordaje y la disponibilidad de las voluntades que son diversas en este movimiento”.

“La alianza se construye primero con la voluntad política de un Estado que reconoce que hay capacidad en el pueblo. No solo delega las instituciones, le dice a las organizaciones, a los movimientos, a los actores en el territorio, hay que organizarse. Y se establece una serie de marcos jurídicos para que su organización ocurra”, dijo.

Apuntó que en este enlace participan más de cinco mil familias venezolanas, entre ellas campesinos, campesinas, jóvenes, hombres y mujeres.

En este sentido, señaló que actualmente el 62% de los participantes de la alianza son mujeres y jóvenes. Recordó que la alianza es un proceso de formación permanente, en el que todos los sectores tienen vocerías, pero quienes toman las decisiones son los movimientos y las organizaciones.

La ministra para Ciencia y Tecnología, señaló que detrás de estos enlaces hay un entendimiento profundo en un acto de conciencia de que la alimentación y la cultura alimentaria tiene también, una tarea de soberanía.

Por su parte, Rafael Romero, ingeniero agrónomo, destacó que la alianza dio sus primeros pasos a partir del año 2002 con la creación de las redes de innovación productivas.

“Fuimos una de las primeras redes que fueron apoyadas por el Estado. De hecho, el 18 de mayo del 2003, el comandante Chávez en persona, en su idea del páramo, nos entregó los primeros recursos y a partir de ahí comenzó un proceso de acercamiento”, dijo.

Apuntó que desde entonces han recibido el apoyo de instituciones como la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico, el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), el Instituto de Biología Experimental de la Universidad Central de Venezuela, entre otros.

Por su parte, Liccia Romero, doctora en Ecología Tropical, explicó que “la alianza es la conciencia de que, sin el control de la semilla, de los conocimientos sobre esa semilla, es imposible la soberanía alimentaria”.

Destacó que todo comenzó con una pregunta pre condicionada por el prejuicio científico de la desaparición de las semillas nativas.

Además, compartió que con la autovaloración de la semilla se fortalece la biodiversidad de la misma, consolidando los sistemas de conocimientos campesinos que sostienen los saberes ancestrales.


Romero indicó que los integrantes de la alianza trabajan, actualmente, en la parte formativa que implica transmitir a las nuevas generaciones todo ese conocimiento, para de esta forma cuidar y preservar la semilla nativa.

Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Sheila Bravo/ Fotos: Francisco Trías.

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