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Aprender y buscar respuestas sin temor a equivocarse

Un artículo publicado en el portal web Ethic plantea que “cuando nos equivocamos se activa una parte del cerebro que ordena aumentar la atención para aprender y reducir así las posibilidades de volver a cometer el mismo error”.

El texto sugiere que el aprendizaje práctico fortalece las capacidades con actividades, ejercicios y proyectos que deben desarrollarse no solo basándose en los aspectos teóricos. “La idea central es que el aprendizaje se plantee desde el principio como una búsqueda activa de respuestas”, así lo explica la psicóloga de la Universidad del País Vasco Eugenia Marín-García.

Del mismo modo, la especialista en estrategias de aprendizaje resalta que “los resultados de esta forma de estudio superan con creces la formación pasiva clásica, esa que consiste en estudiar y reestudiar una y otra vez la lección hasta que ‘se nos queda’”.

Marín-García indica que para que el método funcione “es importante que nos corrijan o nos autocorrijamos inmediatamente después de responder”. Del mismo modo, destaca que en el modelo de estudio se deben realizar e impulsar evaluaciones “no para evaluar sino para aprender”.

Al respecto, la profesora de Neuroeducación de la Universidad de Barcelona, Anna Forés, manifiesta que “la evaluación debería considerarse una aliada, porque nos hace la fotografía de lo que sabemos en un momento concreto y lo que nos falta por aprender”.

La catedrática subraya que la parte del cerebro que se activa al equivocase depende de a qué grupo pertenece, “si nos frustramos, se enciende la amígdala; si tenemos actitud de crecimiento, el error solo sirve para activar nuestra curiosidad, incluso nos motiva”.

Según la publicación los neurocientíficos han detectado un patrón de actividad singular en el cerebro de cualquier individuo mientras comete un error a través de una electroencefalografía que registra un “pico súbito de actividad eléctrica negativa que procede de una región profunda del cerebro llamada corteza cingulada anterior”, agregando que “las neuronas de esta zona se ocupan de detectar los fallos para dar orden inmediata al resto del cerebro de aumentar la atención y asegurarse de que la probabilidad de volver a equivocarse baje”.

Por lo que Forés concluye que “deberíamos vivir aceptando sin dramas ni ansiedad que los fallos están permitidos”.

 

Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología / Periodista: Nailet Rojas Garcia.

 

 

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