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Educar la voluntad como un valor para retomar el pensamiento y lograr la emancipación

“El goce decepciona, pero la posibilidad no”, escribió el filósofo Kierkegaard citado por el psicólogo español Carlos Javier González Serrano, en su artículo de opinión titulado: “Educar la voluntad, educar la independencia”, para abrir el debate sobre la importancia de retomar el pensamiento y lograr la emancipación del individuo ante una sociedad que calla la mente aunque su contemporaneidad transcurra en permanente ruido.

“Como adultos, deberíamos preguntarnos a qué estamos invitando a que se adapten nuestros niños y jóvenes, y por qué se les empuja a gestionar sus emociones”, dentro de una sociedad encadenada a dinámicas de rendimiento agotadoras y continuas donde predominan los estándares altos de producción y consumo, es uno de los principales cuestionamientos que expone González en su texto.

El filósofo da cuenta de una realidad global donde el ser humano bajo la excusa de tener un alto rendimiento con espacios de ocio, entretenimiento y libertad debe estar listo para gestionar sus emociones y sacar provecho máximo a su existencia desde un punto de vista rentable.

Explica que esa realidad obedece a la lógica del mercantilismo, incluyendo nuestro deseo al consumir de manera rápida contenidos en redes sociales y televisión como series, películas, podcast que tienen un fin: nuestras emociones que van conectadas al deseo.

En ese sentido, argumenta que Kierkegaard invitaba a valorar la distancia entre el deseo y la satisfacción del mismo. “A estimar y cuidar la enriquecedora grieta que se abre entre la aparición de aquello que deseamos y la posibilidad de alcanzarlo”.

Por ello, propone trabajar en la dilación de la satisfacción, y la construcción del deseo, teniendo en cuenta que hay vienes materiales útiles y necesarios para la vida diaria, pero pensando, para aprender a distinguir lo realmente necesario y lo qué no.
Desde esa idea, indica que la mercadotecnia, la publicidad y lo fugaz buscan evadir los deseos reales que vienen de la voluntad y que se reconocen tras razonar o pensar la vida desde distintas formas.

“No depende de nosotros desear algo o no desearlo, pero sí depende de nosotros qué hacer con esos deseos, y en ello consiste la independencia”, resalta. En el caso de las nuevas generaciones precisa que ante el escaso control de impulso de los primeros años de vida es esencial contar con algo o alguien que indique algunos límites, lo que llevará a los niños y jóvenes a un proceso madurativo que internalizarán y emplearan como juicio propio para tener autonomía y emancipación ante el ruido permanente en la vida.

Es por eso que promueve la educación en valores para fomentar voluntades que guíen a las nuevas generaciones a pensar más y callar el ruido que va más allá de los oídos y sobrepasa sentidos como el tacto o la vista. Como ejemplo de ruidos que distraen la acción de pensar, expone a los llamados teléfonos inteligentes o Tablet que asegura se han vuelto una extensión de nuestro cuerpo.

“Vivimos anclados al aquí y al ahora, sin poder detenernos a pensar en nuestro pasado o en el porvenir”. Gonzáles revela que ese ruido interminable se ha convertido en secuestrador de la concentración evadiendo la propuesta que hace la filosofía al invitar a pensar, haciéndonos dueños de nuestra atención para poder actuar y alcanzar la independencia de juicio y autonomía.

El psicólogo proyecta una sociedad colmada de adultos emocionalmente dependientes, con una capacidad nula de atención y concentración, condenados a la frustración si se continúan practicando los lapsos de tiempo corto entre la aparición del deseo y su satisfacción.
Como aporte, destaca al ejemplo como la acción básica y fundamental para los niños y jóvenes quienes no solo reciben valores con él, sino que reconocen la importancia de llevarlos a cabo ante cualquier circunstancia que se presente.

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