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El gusto por despertar temprano podría atribuirse a genes heredados de neandertales

Recientemente, el medio de comunicación estadounidense The New York Times, publicó un artículo en el que explica cómo los genes heredados de antepasados neandertales influyen en el gusto personal de despertar temprano, a diario.

Está afirmación se sustenta en el nuevo estudio publicado en la revista Genome Biology and Evolution, que sugiere que los neandertales eran madrugadores, luego de comparar su ADN ( obtenido de material genético extraído de fósiles) con el de humanos vivos.

El resultado arrojó que los neandertales tenían algunas de las mismas variantes genéticas relacionadas con el horario que las personas que afirman ser madrugadoras porque les gusta.

Desde 1990, los científicos estudian el ADN de neandertales y exponen la historia entrelazada de las especies, aunque hace más de 700.000 años las líneas evolutivas se separaron, pues, los humanos modernos se quedaron en África, y el linaje neandertal emigró a Eurasia.

Para entonces, los humanos modernos se habían extendido fuera de África, a veces mezclándose con neandertales y denisovanos.

«Y hoy en día, fragmentos de su ADN se pueden encontrar en la mayoría de los seres humanos vivos», refiere el artículo.

Genes para la supervivencia

Las investigaciones lideradas por John Capra, un genetista de la Universidad de California en San Francisco, y otros científicos, sugieren que algunos de esos genes transmitieron una ventaja para la supervivencia. Los genes inmunológicos heredados de los neandertales y denisovanos, por ejemplo, podrían haberlos protegido de nuevos patógenos que no habían encontrado en África.

Los científicos descubrieron que los genes más comunes a lo largo de las generaciones estaban relacionados con el sueño, por lo que se dedicaron a investigar cómo estos genes podrían haber influido en los ritmos diarios de los homininos extintos.

«Dentro de las células de cada especie de animal, cientos de proteínas reaccionan entre sí a lo largo de cada día, aumentando y disminuyendo en un ciclo de 24 horas. No solo controlan cuándo nos dormimos y despertamos, sino que también influyen en nuestro apetito y metabolismo. Para explorar los ritmos circadianos de neandertales y denisovanos, Capra y sus colegas analizaron 246 genes que ayudan a controlar el reloj biológico. Compararon las versiones de los genes en los homininos extintos con las de los humanos modernos», reseñó The New York Times.

Las respuestas a las interrogativas propuestas revelaron que más de mil mutaciones eran exclusivas de los humanos vivos o de los neandertales y denisovanos. Este análisis reveló que muchas de estas mutaciones probablemente tenían efectos importantes en cómo funcionaba el reloj biológico.

Ante el hallazgo, los investigadores predijeron, por ejemplo, que algunas proteínas del reloj biológico que son abundantes en nuestras células eran mucho más escasas en las células de los neandertales y denisovanos.

Tras analizar el número de variantes relacionadas con el reloj biológico heredado por personas vivas, Capra y su equipo investigaron en el UK Biobank, una base de datos británica que contiene los genomas de medio millón de voluntarios.

Esto reveló que casi todas las variantes antiguas relacionadas con el reloj biológico aumentaron las probabilidades de que los voluntarios fueran personas madrugadoras.

“Ese fue realmente el momento más emocionante del estudio, cuando vimos eso”, aseguró Capra citado por el medio estadounidense.

Las respuestas

El artículo científico explica que los humanos primitivos vivían en África, bastante cerca del ecuador, donde la duración de los días y las noches se mantiene aproximadamente igual a lo largo del año; mientras que los neandertales y los denisovanos se mudaron a latitudes más altas, donde el día se hacía más largo en verano y más corto en invierno.

«Durante cientos de miles de años, sus relojes circadianos podrían haberse adaptado al nuevo entorno», refiere la investigación.

Cuando los humanos modernos se propagaron fuera de África, también enfrentaron el mismo desafío de adaptarse a mayores latitudes; y tras cruzarse con neandertales y denisovanos, algunos de sus descendientes heredaron genes del reloj biológico mejor adaptados a sus nuevos hogares.

Para evaluar a una población más grande y más allá de la estudiada en el Reino Unido, los investigadores prevén analizar otras bases de datos de voluntarios con otros ancestros.

De esta forma esperan determinar escenarios como adaptación al mundo moderno inundado por turnos nocturnos y teléfono con pantallas brillantes que irrumpen en el sueño, aumentan el riesgo de cáncer, obesidad y otros trastornos en la salud de las personas.

Agencias Internacionales. 

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