Un artículo publicado por la revista digital inglesa “The Conversation” alertó sobre el auge de las enfermedades causadas por hongos en los seres humanos, las cuales se potenciaron tras la pandemia de Covid-19.
Las infecciones por hongos son objeto de estudio desde hace décadas; sin embargo, aún hay desconocimiento sobre todos los efectos que tienen en la salud humana.
La Organización Mundial de la Salud estima que más de 1,5 millones de personas han muerto producto de algún tipo de enfermedad vinculada a mohos y levaduras. De las 19 especies identificadas, cuatro tienen el calificativo de “peligrosidad crítica” para la especie humana.
La publicación refiere que una de las más comunes es la levadura Candida auris (C.auris), que causa “infecciones graves potencialmente mortales”, y que al ser altamente resistente a los antibióticos tradicionales dificulta su tratamiento.
Los expertos aseguran que a diferencia de las infecciones bacterianas la de los hongos es tan severa como la tuberculosis e incluso “tres veces superiores a las de la malaria”.
Esta situación obliga a los investigadores e investigadoras a desarrollar nuevos fármacos “antimicóticos” o “antifúngicos”; al tiempo que demanda una mayor difusión social para brindar conocimiento y prevención a la población.
“Esas infecciones están detrás de millones de casos de enfermedades, incluyendo la aspergilosis pulmonar crónica e invasiva, la candidiasis, la histoplasmosis o las neumonías. A estas dolencias hay que sumar más millones de pacientes con asma fúngico y otro millón de afectados por queratitis”, explica el texto.
Candida auris: amenaza sanitaria
Actualmente, los servicios del salud en el mundo están detectando la presencia mayoritaria de casos del hongo Candida auris, detectado por primera vez en 2009, causante de la candidiasis en humanos.
Este patógeno está muy presente en los hospitales, y se ha hecho multirresistente a los tratamientos.
Los investigadores, de este artículo, aseguran que la raíz de esta resistencia se encuentra en la estructura de las células de los hongos, pues “están envueltas por una gruesa pared que les brinda forma y protección.”
Por tal motivo, las investigaciones se ampliaron a este campo con el objetivo de dar con la mejor estrategia de control y eliminación de este tipo de hongos.
Una posibilidad de acción se encuentra en los fármacos rezafungina e ibrexafungerp, que se encuentran en desarrollo; ambos parecen capaces de detener la producción de betaglucanos y contener el patógeno.
En paralelo, se prueba la eficacia de unas enzimas llamadas glucosidasas, que tienen la posibilidad de destruir la pared celular del hongo, lo que evitaría su crecimiento en los equipos médicos.
La última estrategia consiste en “ofrecer terapias efectivas y prevenir la propagación de infecciones resistentes, una batalla contra los hongos patógenos que se está librando en los laboratorios y hospitales de todo el mundo”.
Los seres humanos pueden ser colonizados por la C.auris; una vez en el cuerpo son usados como plataformas para diseminarse hacia otras personas, objetos de uso personal o equipos médicos.
Este patógeno puede ocasionar una infección grave en el torrente sanguíneo y en los órganos, afectando principalmente a las personas con un sistema inmunitario debilitado.
