TopeAzulMincyt_2022_2030_01

Investigación identifica altas dosis de hidrocarburos y metales pesados en la Antártida

Una investigación liderada por el ecólogo marino Jonathan Stark, integrante de la división Antártica australiana en Hobart, evidencia la presencia de altas dosis de hidrocarburos y metales pesados en el fondo marino de la Antártida.

El trabajo reseñado por la revista científica estadounidense PLOS One, revela cómo la antigua estación australiana Casey, al sureste del continente, vertió al mar hidrocarburos y metales pesados como plomo, zinc o cobre, durante décadas.

El investigador asevera que los fondos marinos de la Antártida se han convertido en vertederos de contaminantes procedentes de distintas partes del planeta. El registro demuestra que desde materiales microplásticos hasta nubes tóxicas de los grandes incendios forestales, se reciben en sus aguas.

Como resultados, Stark precisa que los ecosistemas están alterados. Al comparar los niveles de polución con las bases de datos de World Harbour Projects, se comprobó que las cantidades de contaminantes halladas son similares a los puertos de Sídney o Río de Janeiro.

Los contaminantes registrados hasta el momento son: bifenilos policlorados, que son considerados altamente cancerígenos y están prohibidos en el mundo desde el año 2001.

El estudio explica que los residuos y su mala gestión no solo son consecuencias exclusivas de la estación Casey, pues en diversos puntos del continente austral también se refleja la alteración de ecosistemas lo que favorece la proliferación de especies resistentes que colonizan los nuevos entornos.

Calentamiento global

Debido a la crisis climática, los residuos de décadas pasadas aparecen en más lugares y con una rapidez alarmante, ya que las partículas que permanecían heladas, ahora comienzan a filtrarse y desplazarse.

El diario digital español NIUS, cita esta investigación y refiere que la gestión de los residuos de las bases antárticas para prevenir daños ambientales, no fue un hecho sino hasta la adopción del Protocolo de Madrid en 1991, en el que se establecen los acuerdos e iniciativas para tratar los problemas ambientales del antártico y de los ecosistemas dependientes.

Este protocolo designó a la Antártida como una “reserva natural, dedicada a la paz y la ciencia”, por lo que las naciones debían monitorear los impactos ambientales de sus actividades, por lo que cada país sería responsable de la gestión de sus residuos.

Sin embargo, antes de la firma de este acuerdo mundial, en la Antártida ya se habían construido la mayoría de las estaciones de investigación generando daños irreparables que hoy comienzan a aflorar desde sus fondos marinos.

Al momento, la contaminación se ha apoderado de la Antártida pero la preocupación se centra en el futuro pues, el continente, tiene más de 100 estaciones de investigación -con personal activo-, que se han instalado espacialmente en las áreas libres de hielo, con la mayor diversidad de plantas y animales, cómo pingüinos y focas.

Para el científico conservacionista de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO) en Hobart, coautor del estudio Shaun Brooks, “las estaciones tienen una huella bastante grande para la cantidad de personas que están allí”.

No obstante, bases como la argentina Carlini, desde 2020 han comenzado a desarrollar programas que eliminan contaminantes de biocombustibles, empleando bacterias logrando acabar con el 75% de estos residuos.

 

Oficina de Gestión Comunicacional del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología/ Periodista: Rosiris Ortega Ortiz

Dirección: Av. Universidad, esquina El Chorro, Torre Ministerial. La Hoyada, Parroquia Catedral. Código Postal 1012 / Caracas - Venezuela.

Redes Sociales:

MINCYT | Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología | RIF: 20013038-5