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Investigan origen de la conciencia a través de los animales

Estudiar cómo surge la conciencia y cuáles especies animales tienen capacidades para desarrollarla tempranamente, es una de los objetivos propuestos por las investigadoras Eva Jablonka (bióloga) y Simona Ginsburg (neurobióloga).

Las científicas estudiaron las propiedades o capacidades de algunas especies que han desarrollado la llamada conciencia mínima.

En el libro denominado “La evolución del alma sensible: el aprendizaje y los orígenes de la conciencia”, las autoras –citadas por la revista digital Ethic– precisan que la conciencia mínima se describe como la capacidad de tener experiencias subjetivas acerca del mundo y de su propio cuerpo, aunque estos no puedan reflexionar acerca de ellas.

En el texto, ambas expertas proponen el aprendizaje asociativo ilimitado (UAL- por sus siglas en inglés) como un marcador positivo de transición de la conciencia. “Si aparece, significa que esa especie posee una conciencia mínima; si no está, ignoraremos si ese animal es o no es consciente”.

El aprendizaje asociativo ilimitado es descrito por las autoras como una extensión del aprendizaje asociativo simple, y citan las experiencias científicas realizadas por el fisiólogo ruso, Iván Pávlov, quien observó cómo los perros -a los que evaluó la fisiología del sistema digestivo- salivaban ya en el momento de ver la comida.

“A este fenómeno, que provoca que un estímulo neutro se condicione por su emparejamiento con un estímulo fisiológicamente relevante, se le denomina «aprendizaje asociativo». Es una herramienta indispensable para los seres vivos, pues permite predecir acontecimientos relevantes para su supervivencia (presencia de una presa, de una pareja o de un depredador, por ejemplo) y responder ante ellos de manera adaptativa”, indican las científicas.

Para constatar la existencia del UAL, las investigadoras afirman que debe existir la capacidad de establecer vinculaciones ilimitadas entre estímulos novedosos, cadenas de acciones y asociaciones, que permiten al organismo desarrollar conductas complejas hacia la consecución de un objetivo determinado.

Ponen como ejemplo a las aves, que asocian algunos patrones de colores de las mariposas del género Heliconus con su sabor desagradable, lo que genera el descarte como posibles presas. Para que ello ocurra, las aves necesitan probar a las mariposas y así aprender a evitarlas.

Estímulos sucesivos

La investigación establece que los seres vivos con capacidad de aprendizaje asociativo ilimitado pueden formar largas cadenas de relaciones, gracias a los estímulos sucesivos, como el miedo de las ratas.

Uno de los experimentos demostró que, al vincular un sonido neutro con una descarga eléctrica, llega el momento en el que solo con el sonido se desencadena el temor como respuesta.

“Si se empareja una luz con ese estímulo sonoro, la luz acabará provocando el miedo, aunque no se haya emparejado nunca con la descarga inicial, mediante lo que se describe como un condicionamiento de segundo orden”, agregan las autoras.

Al respecto, explican que la memoria juega un papel fundamental en este aprendizaje, pues implica relacionar estímulos que no están físicamente presentes con estímulos que sí lo están.

Igualmente, se puede transmitir información acerca de acontecimientos como cuando una abeja encuentra una fuente rica en néctar, regresa a la colmena y realiza una danza especial para comunicar a sus compañeras la dirección y la distancia de la fuente de alimento en relación con el sol.

Las científicas revelaron que existen datos concluyentes del UAL en vertebrados, en artrópodos y en cefalópodos. En otros grupos, como el de los anélidos y los moluscos, se tiene constancia de algunos de estos fenómenos de comportamiento.

Con información de Ethic. 

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