Por: Gabriela Jiménez Ramírez.-
(Caracas, 28 de diciembre de 2025).- Un equipo de científicos y científicas del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, España, reveló que el microbioma intestinal de las ratas, además de contener sus propios genes, se compone también de los genes de los individuos con los que conviven.
El hallazgo, publicado en Nature Communications, es único en el mundo.
Los responsables de esta investigación explicaron que los genes tienen “vida social” gracias a la transmisión e intercambio de microbios intestinales, luego de estudiar a más de cuatro mil animales de esta especie.
Agregan que los microbios son capaces de pasar de un individuo a otro, un proceso que es favorecido por algunos genes que interfieren en bacterias intestinales, permitiendo su propagación mediante el contacto social estrecho.
La doctora Amelie Baud, investigadora del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona y autora principal del estudio, expone que no se trata de magia; es más bien “el resultado de influencias genéticas que se extienden a otros a través del contacto social. Los genes modelan el microbioma intestinal y hemos comprobado que no solo importan nuestros propios genes”.
Esta investigación también identificó tres regiones genéticas que influyen en las bacterias intestinales.
La primera relación, y la más efectiva, se observó en el gen St6galnac1, que añade moléculas de azúcar a la mucosidad intestinal, y la abundancia de Paraprevotella, una bacteria que, según creen los autores del estudio, se alimenta de esos azúcares.
El equipo ahora estudiará en detalle cómo St6galnac1 influye en Paraprevotella en ratas y qué reacciones biológicas en cadena desencadena en el intestino y en todo el organismo.
La segunda se relaciona con los genes de mucina, que forman la capa mucosa protectora del intestino y se asociaron a bacterias del grupo Firmicutes.
Y la tercera incluye el gen Pip, que codifica una molécula antibacteriana, y se vinculó a bacterias de la familia Muribaculaceae, comunes en roedores y también presentes en humanos.
Empleando un modelo computacional, los autores del trabajo lograron separar los efectos genéticos sobre los propios microbios de una rata de los efectos de sus compañeros sociales.
Detectaron que la abundancia de algunas Muribaculaceae estaba determinada tanto por influencias genéticas directas como indirectas, lo que significa que algunos efectos genéticos se propagaban socialmente mediante el intercambio microbiano.
Al incluir los efectos sociales (indirectos) en el modelo estadístico, la influencia genética total aumentó de cuatro a ocho veces para las tres nuevas relaciones gen-microbio descubiertas.
Y, aunque los investigadores creen que esto es solo la punta del iceberg, esperan disponer de mejores métodos de caracterización del microbioma para detectar cuáles otras bacterias se ven afectadas por este proceso.
Con estos resultados, la Dra. Baud espera que los estudios con modelos animales en entornos controlados sirvan para avanzar hacia hipótesis causales comprobables que permitan explicar cómo interactúan los genes y el microbioma en la salud humana.
Un tema de gran valor para los científicos del mundo y de Venezuela, interesados en hacer aportes de alto nivel que permitan elevar la calidad de la salud humana, animal e incluso de los ecosistemas.