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El Impacto del conocimiento previo en la comprensión, la desigualdad y la justicia Social en la educación

Por.- Gabriela Jiménez Ramírez

(Caracas, 16 de diciembre de 2025).- En muchas ocasiones, a los estudiantes con dificultades para comprender textos o para participar en discusiones críticas se les señala por no hacer suficiente esfuerzo o por no estar comprometidos con su aprendizaje; sin embargo, no siempre es así.

El contacto con un mundo de conversaciones, libros, cultura y vivencias es lo que realmente posibilita la capacidad de comprender, interpretar y conectar ideas. Así, la desigualdad en el acceso a estas experiencias revela una de las caras más insidiosas de la discriminación social.

De acuerdo con la educadora Alejandra Lara Infante, especialista en perspectiva de género, pensamiento crítico y lenguaje, la comprensión lectora y la interpretación dependen fundamentalmente del background knowledge, es decir, del conocimiento previo que un estudiante tiene sobre el mundo.

Este conocimiento no solo incluye lo que se aprende en las aulas, sino también lo que se experimenta fuera de ellas: las conversaciones familiares, las interacciones sociales, el acceso a libros, la participación en actividades culturales y el entorno socioeconómico en el que se vive.

Como señala la autora, «leer sin background knowledge es como intentar armar un rompecabezas al que le faltan piezas esenciales: puedes mirar la imagen, pero no puedes comprenderla».

Otro de los puntos señalados por la docente son las típicas frases como «falta de interés», «falta de esfuerzo» o «poca motivación», sin considerar la falta de acceso de los estudiantes o del entorno a una educación de calidad.

Hoy más que nunca, se observa cómo el conocimiento previo se ha convertido en un privilegio que se acumula en el hogar, en las conversaciones, en los libros disponibles, en las experiencias culturales que algunos tienen y otros no.

De acuerdo con la publicación, realizada en la cuenta de Instagram «Educando con Perspectiva», la escuela puede tomar dos caminos: una escuela que culpa al estudiante o una escuela que abre puertas.

Las escuelas que caen en la trampa de culpar a los estudiantes por su falta de comprensión ignoran las desigualdades estructurales que afectan el acceso al conocimiento. En lugar de ofrecer una respuesta inclusiva, perpetúan la brecha de inequidad al ignorar las condiciones previas que afectan el aprendizaje.

La desigualdad educativa no es solo una cuestión de diferencias en el esfuerzo o la motivación, sino una cuestión profunda de acceso y oportunidad.

La verdadera injusticia no radica en el esfuerzo individual, sino en las barreras sociales y culturales que limitan las posibilidades de los estudiantes para acceder al conocimiento necesario y tener éxito en la educación.

En Venezuela, apostamos por una educación a puertas abiertas como un derecho humano fundamental y un deber social, consagrado en nuestra Constitución, que la establece como gratuita, obligatoria, desde el nivel inicial hasta el nivel de educación media diversificada y universitaria.

Contamos con cerca de seis millones de estudiantes inscritos en nuestras escuelas y liceos y con universidades, como la Universidad Nacional de las Ciencias Dr. Humberto Fernández-Morán, que ha recibido a más de 1.800 estudiantes de diferentes estados del país para formarlos ante los desafíos globales.

Tal y como dice la autora: «la equidad educativa empieza antes de abrir el libro: empieza en quién tuvo acceso al mundo para poder leerlo».